NOX CAPÍTULO 8


 Buenas tardes a todos, queridos lectores, les dejo el siguiente capítulo, además les informo que en no mas de dos semanas intentaré terminar este segundo volumen, almenos eso es lo que me he propuesto.










Pasó un buen tiempo antes de que Jean regresara a la normalidad, pero él hubiera preferido continuar de esa manera, ya que al recobrar  la plena conciencia se encontró jugando a la casita de té.

Las pequeñas hermanas de la Capitana lo habían llevado a su cuarto de juegos,  además de haberlo vestido y maquillado como mujer.

En ese preciso momento las niñas estaban jugando con su cabello, poniendole listones de muchos colores.

Tranquilamente dió un sorbo a la taza de té que tenía entre las manos.

Después de unos momentos habló.

-Lo siento señoritas, pero ya me cansé de jugar, ¿Podrían decirme dónde se encuentra la capitana?-.

-¡Oh! ¡Ya se despertó! Hermana fue a ver a papá, dijo que volvería pronto-.

-Gracias, si no les molesta me quitaré esto-.

Sin esperar respuesta Jean se quitó el vestido de mujer, que le habían colocado encima de su uniforme, pasó su manga enfrente de su rostro para limpiarse el maquillaje y se levantó con intención de irse.

-¡No te iras!-.

La tropa volvió a someterlo inmovilizándolo en el suelo.

-Vamos, señoritas, tengo algunas cosas que hacer, por favor ¿No podrían soltarme?-.

El joven intentó razonar con ellas.

-Esta bien pero solo si prometes jugar después con nosotras-.

La mas joven de todas, que parecía ser su lider, respondió después de voltear a ver a sus hermanas e intercambiar sus opiniones.

-Lo prometo-.

-¿Estas seguro?-.

-Si, estoy seguro-.

-Muy bien, te soltaremos-.

Las pequeñas dejaron que Jean se levantará, él lentamente se puso de pie y comenzó a deshacer los listones que habían en su cabello.

-Hermanito, tienes un bonito cabello tan largo como el de una mujer-.

Una de las diez veía maravillada su cabello.

-Gracias, el tuyo también es hermoso-.

Jean se sonrojó ligeramente, la pequeña niña igual.

-Ñox, ¿ Así te llamas veldad?-.

Una tercera hermana le preguntó.

-Es Nox, no Ñox-.

El joven le contestó pacientemente.

-Ñox-

La niña volvió a hablar pero su pronunciación nuevamente falló.

Viendola apenada por no poder pronunciar adecuadamente su nombre, Jean decidió consolarle.

-Puedes decirme Ñox, si quieres, no hay mucha diferencia-.

-Grashias, Helmanito-.

La pequeña parecía feliz.

-Diganme ¿Saben donde estan mis cosas?

-Aquí están-.

Una voz fuerte respondió.

-¡El monstruo vino otra vez a regañarnos!-.

Al unísono todas gritaron, mientras corrían a esconderse detrás de sus juguetes.

-¡Ya les dije que no soy un monstruo!-.

Se trataba de la gemela pelirroja Jiram Marshall, quien traía el equipaje de Jean.

-Vizconde Nox, tendrá que disculparnos pero no encontramos ninguna habitación disponible para usted, además en este lugar solo viven mujeres, que un hombre extraño se quede a dormir es inadecuado-.

La voz de Jiram era áspera.

-Entiendo Señorita Marshall, no tengo la intención de molestar de ninguna manera, buscaré otro lugar donde quedarme, afortunadamente todavía es temprano-.

Jean por el contrario respondió educadamente, avanzó hacia Jiram y tomó su equipaje.

-Con su permiso-.

Después se despidió haciendo una reverencia y se retiró de la habitación.


-¡Mala!-.

-¡Malvada!-.

Las niñas se quejaron pero a su hermana mayor no pareció importarle.

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Jean estuvo rondando la ciudad intentando buscar un lugar para quedarse pero no encontró ningún sitio.

Muchas personas habían viajado a la ciudad en busca de refugio como consecuencia de los ataques que las poblaciones cercanas estaban sufriendo.

Sin otra opción se dirigió al bosque cercano al castillo.

-Supongo que tendré que acampar-.

Jean comentó con actitud positiva, después de encontrar un sitio adecuado, se trataba de un gran árbol, probablemente el mas alto de ese lugar.

Empezó a rondar por el bosque hasta que dió con troncos de arboles muertos, los cuales corto de distintas formas y finalmente los transportó hasta la base del gran árbol.

Después se dirigió en busca de agua, facilmente halló un lago inmenso con su propia cascada, cerca del limite de la tierra con el agua, removió las capas de sedimento hasta dar con una materia rojiza y maleable, aparentemente se trataba de barro, tras crear grandes esferas, las llevó al mismo lugar que la madera.

Por último entró a una cueva que se encontraba en medio de la cascada, donde observó una gran cantidad de estalagmitas y estalactitas, ahí reunió lo que parecía ser arena muy fina de color blanco que se encontraba esparcida por todo el lugar.

-Debo terminar esto, antes del anochecer-.

Con esas palabras Jean puso manos a la obra, de su gran equipaje, sacó varias cuerdas y cargó las tablas de madera que había cortado hasta una de las amplias ramas del gran árbol y lentamente armó la estructura de una casa.

De cuando en cuando, bajaba en busca de barro y unía las partes con ese material, en otras ocasiones usaba un pequeño cuchillo y graba runas y simbolos extraños en las tablas las cuales se unían magicamente.

Una hora más tarde terminó el esquema básico, y decidió dedicarse a los detalles, selló las fisuras con barro y añadió runas aquí y allá, ademas de crear pequeñas figuras que parecían aves las cuales puso en el techo a modo de gárgolas.

La puerta la creó de madera sólida, en su parte delantera talló la figura de un ave en vuelo, se trataba de un cuervo.

-Perfecto, ahora solo faltan las ventanas-.

Jean contempló satisfecho desde el suelo su obra, luego  llevó la arena hasta una gran roca encima de la cual con ayuda de su cuchillo al rojo vivo, escarbó hasta crear una especie de molde donde vertió la arena, la calentó hasta que se convirtió en vidrio, repitiendo el proceso un par de veces más.

Regresó con los vidrios y los colocó en las ventanas con marcos de madera corredizos.

Finalmente salió de la caja y colocó sus manos en la puerta.

-"Madre mía, madre de todos, tú que provees vida o muerte, te imploro me brindes protección de mis enemigos"-.

Lianas aparecieron desde el suelo y subieron  hasta envolverse alrededor de la casa, la cual cambió su color como si hubiese sido pintada, tornandose  de un verde claro.

Jean subió su equipaje y lo dejó en una de las habitaciones.

Después de tanto trabajo, había sudado bastante, así que decidió tomarse un baño y regresó al lago que había encontrado.


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-Buenas tardes padre, es un gusto verte después de tanto tiempo-.

Nelu se encontraba enfrente de su padre quién se hallaba leyendo unos documentos.

Se trataba de un hombre alto, de complexión musculosa, cabello rojo y facciones severas, tenía una gran cicatriz en su rostro.

Al escuchar la voz de su hija, dejó de leer el documento y volteó a verla.

Su adusto rostro cambió inmediatamente, a uno mas benévolo.

-!Hija mía! ¡Qué gusto verte! ¡Papi te extrañó mucho!-.

El gran hombre sin perder tiempo abrazó a su hija con todas su fuerzas.

-Padre...un momento...por favor...no puedo respirar...mis costillas-.

Atrapada en ese descomunal abrazo de oso, la joven hija no podía respirar.

"Crack"

Cuando su cuerpo hizo ese sonido, su padre se dió cuenta de lo que estaba haciendo y la soltó.

-Lo siento hija, es que tengo demasiado amor para dar-.

-Yo creo que lo que tienes... es demasiada fuerza... en tus músculos-.

Nelu desde el suelo, con lágrimas en los ojos y sobándose la espalda, le respondió a su padre.

-Discúlpame otra vez, Nelu-.

Su padre se veía arrepentido por su comportamiento.

-No hay problema, solo no seas tan emotivo la próxima vez-.

-Hecho, lo intentaré-.

El gran hombre la ayudó a levantarse.

-Padre a decir verdad vine a...-.

-Lo sé Nelu, la Duquesa Xellar se comunicó conmigo y me explicó todo, aún así te pido que tengas mucho cuidado en esta misión, si pudiera te prohibiría hacer esto pero sé que eres como tu madre y no me harás caso-.

El rostro del hombre mostraba ligera aflicción.

-Gracias por entender, Padre-.

-Nelu, si te parece, puedo poner a tu disposición un pelotón de hombres entrenados bajo tu mando-.

-No será necesario padre, en esta ocasión una persona bastante fuerte y confiable me acompaña-.

Nelu respondió con seguridad.

-¡Oh! Dime ¿ Se trata de una hermosa mujer?-.

Los ojos del hombre brillaron de felicidad por un momento.

-Padre, si madre te escucha tendrás muchos problemas-.

El brillo desapareció y fue sustituido por miedo.

-Vamos, vamos, solo estaba bromeando, y ¿Dónde está ella? ¿No me la vas a presentar?-.

-No es ella, es él-.

es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...es él... es él...es él... es él... es él...es él...es él...es él...

El Gran General Leo Marshall se desconectó del mundo pues había escuchado las palabras que todo padre teme, las cuales resonaban dentro de su mente una y otra vez en un ciclo infinito.



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Acerca de David-A Gato

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