Dorei no Shinsekai: Extended Edition, cap 3

fines artisticos............ ¡THUNDERCATS, WOOOOOOHHHH!


Capítulo 3: Dan-Quiel Von Henrius Tabul Kirkien[1] (He)




Resumen del capítulo anterior.

El dúo de padre e hijo pervertidos me desnudaron y el hijo le causó dolor a mi cuerpo por horas seguidas. (Es probable que el dolor dure unos días)


Parte 1



Un despertar.



Fue solo despertar para encontrarme frente a la situación más incómoda, peligrosa y potencialmente dañina para el corazón que me pudo haber ocurrido.



Habia despertado boca abajo y lo primero que entró a mi campo de visión, cuando trataba de cambiar mi posición, fue un rostro.



La piel del color de la canela bordeaba limpiamente unos labios tiernos que se movían entreabiertos al ritmo de su respiración, como si quisieran cautivar a una serpiente o a un demonio.



Su cabello carmesí estaba entre cubriendo un par de orejas caninas del mismo color, las cuales sobresalían levemente desde su base.



Su respiración y el hecho de que estaba a pocos centímetros de mi rostro, impregnó mis sentidos con una mezcla de sudor y leche.



Su cuerpo estaba cubierto por una sabana ligera.



En ese momento, un Kimizu se paró sobre mi hombro; era como la idea del ángel y el demonio, pero era un poco más extraño, si se trataba de mi versión.



Un Kimizu que sostenía un manga en la mano apareció y mientras miraba a Quiel, expulsó su definición: “las Shotakon onee-chan estarían encantados por ponerle las manos encima a un doujinshi +18 con él de protagonista”.



No pude estar más de acuerdo, aunque la ONU seguramente lo prohibiría.



A juego con el Kimizu anterior, un Kimizu con una bata de laboratorio apareció de la nada y señaló su propia definición: “el mundo posee 6 billones de habitantes; de entre todos ellos, hay quienes se destacan por poseer capacidades únicas y extraordinarias; detrás de estos, numerosas organizaciones los utilizan como objetos de estudio para señalar la disposición a dichas características… esta es la historia del descubrimiento y búsqueda de uno de ellos, una criatura linda”.



Estoy seguro que sería una historia patética, me respondí mentalmente con un Tsukomi.



Apareció un nuevo Kimizu, este tenía una toga y además poseía un aire un tanto clásico: “en tanto se diga que es lindo, en comparación y estandarización, no estaría mal propuesta la afirmación; sin embargo, si lo comparamos con un rango más amplio, sería más que solamente lindo, ergo, no es solo lindo por ser lindo”.



¿Eso no solo quiere decir que es lindo, pero es comparativamente más lindo que el lindo promedio?



Un Kimizu apareció sobre mi hombro mientras llamaba a los demás con un laúd: “oh, descendiente de sangre de lobo y adorador de la luna, reflejado en tanto exista, color del almizcle y aroma materno; tanto por ti es hermoso y tanto por ti yo muero”.



Ok, eso fue extraño.



¿Quién se supone que era el nuevo Kimizu?, este vestía de negro y poseía una mirada opaca, ¿kimizu pesimista?: “-no hay duda… es lindo- dijo el esclavo mientras tartamudeaba un poco. Además, soy Allan Poe.”



¡ahh!, conque ese eras; debiste haber aparecido con un péndulo y un agujero.



Un Kimizu con bata de… ¿ese no había aparecido antes?



-me toca hacer doble turno, de ciencia ficción y de científico.



Ahh, eso era.



“Desde los puntos de estudio y tomando en cuenta las reacciones corporales básicas frente al sujeto en cuestión; se ha llegado a dos conclusiones posibles, o es lindo o es aterrador.”



¿Ambos procesos no liberan los mismos químicos?, pensé.



Apareció de nuevo el Kimizu con toga: “el ser es en tanto sea, si es lindo, solo se necesita pensar que sea lindo para ser lindo; así, aunque no sea lindo, será lindo por principio y no por característica”



Estoy seguro de que eso es solo un sofisma.



Un Kimizu con una calculadora apareció; mi hombro ya empezaba a parecer un manicomio: “de la pregunta realizada a personas al azar, utilizando números de telefonía fija; se les preguntó a 34000 personas acerca de la descripción en una palabra de Quiel; tomando en cuenta los resultados obtenidos, se ha llegado a la conclusión de que Quiel es considerablemente más lindo que el estándar de lindura establecido en el año 2015; se posiciona apenas sobre el personaje Gaul del anime Dog Days”.



¿A quién se encuestó? ¿Al ejercito de Kimizu-s? ¡Hagan una encuesta objetiva!, aunque el resultado sea el mismo.



Un Kimizu nuevo hizo su aparición, este sujetaba unos libros y llevaba un monóculo: “si tomamos en cuenta todos los elementos, puedo llegar a valorar su lindura con un rango SS[2], pongo mi nombre en juego con esta afirmación”



El Kimizu con calculadora tomó la palabra: “tomemos en cuanta sus medidas y atributos; si agregamos estos valores y tenemos la ecuación general de: Potencial de lindura= (medidas corporales x atributos destacables)/ unidad de edad; podemos concluir que su valor de lindura es de 98753 unidades de lindura”



Ya veo, es estadístico y es matemático.


Parte 2



Así es, una criatura linda está durmiendo frente a mí.



Sus labios están a solo diez centímetros de los míos.



Aun a esta considerable distancia, lo puedo sentir, el calor de su aliento chocando contra mis labios.



“Maldición, debo calmarme”



“la situación, debo revisar la situación…



Estoy en este momento frente a esta hermosa criatura con labios aterradoramente hipnóticos… no, cálmate Kimizu Ouki; si no te controlas un poco con este bishounen, en definitiva vas a terminar muriendo… piensa con calma ahora, ya después podrás levantar las banderas que desees en la ruta Quiel”



Mientras forzaba a mi cerebro a reintegrarse a la situación, moví mi cuerpo y me encontré restringido. Me encontraba en una situación realmente incomoda; me encontraba atado al más puro estilo bondage, solo que el material con el que estaba atado era una cinta de color violeta que culminaba en una serie de moños por todo mi cuerpo.



Una mascota de regalo.



Espero no tengan malos pensamientos cuando dije lo de “estilo bondage”; los lazos me restringen sin duda, pero no estaba desnudo; no tengo la intención de protagonizar una película erótica tampoco… solo que, como decirlo… las cintas eran adornos bien realizados, pero además cumplían la función de restringir mis movimientos.



Tratando de escapar de la situación, empecé a mecer todo mi cuerpo con el objetivo de aflojar algunas cuerdas y poder lanzarme a la esquina de la habitación, donde meditaría profundamente tratando de escapar de los deseos mundanos mientras recitaba unos mantras y trataba de trascender como un Deva.



Buda estaría orgulloso de mi plan.



Mientras mecía la cama lo olvidé por un momento, entonces la realidad volvió para abofetearme en la cara.



Ojos carmesí estaban clavados en mí mientras impulsaban un sentimiento amalgamado entre asombro y enfado, pero eso solo duró un instante; sus ojos vagaron hasta concentrarse en un punto en mi espalda.



En la pose de dogeza, forcé a mi cuello a cambiar de posición; entonces vi lo que le había llamado la atención.



Líneas rojizas se extendían a través de mi brazo y espalda; las cintas violeta manchadas de sangre habían perdido su actitud festiva.



Quiel saltó fuera de la cama hacia un escritorio; movió sus manos de gaveta en gaveta con afano mientras buscaba algo.



Al final encontró lo que buscaba; sacó una navaja de unos doce centímetros y bordeando la cama se dirigió hacia mi espalda.



Con el uso de la navaja, cortó la unión entre mis brazos, además de la unión de mis antebrazos, la unión a la altura de mis rodillas y la que envolvía mi torso; retiró las cintas y me sujetó con cuidado antes de sentarme al borde de la cama.



Sus ojos vagaron sobre mí con angustia.



-no tenía por qué hacer algo así por alguien como yo.- rompí el silencio.



-ah... no, no hay problema.



(Aparentemente se mostró más relajado después de lanzar un suspiro silencioso)



-sé que es grosero que un esclavo pida algo a su amo, pero…-dude un poco mientras me sujetaba las manos para ocultarlas- ¿podría por favor darme unas vendas para las heridas?



-no hay ningún problema, ya llamo a alguien para que las traiga.



Quiel que seguía de pie a mi lado corrió hacia la puerta mientras gritaba algunas órdenes.



Mientras Quiel salía, observé el lugar donde me encontraba; era una habitación realmente grande, de unos 25 metros cuadrados, era una habitación que competía con un apartamento japonés.



El techo era hecho completamente de cristal, probablemente un cristal de alta dureza, no parecía estar allí excepto en la unión con una araña de cristal que colgaba en medio de la habitación.



Una cama doble con barras para colocar un toldillo, aunque ponerle un toldillo arruinaría la vista del cielo estrellado.



Había unas gavetas y puertas corredizas al fondo de la habitación, además de la mesa de trabajo, había una mesa sencilla con algunas sillas en la habitación.



Quiel entró con un recipiente metálico, un frasco de vidrio y unas vendas que sujetaba contra su pecho.



Bordeó la cama y me interpeló.



-extiende tus manos.



-¿eh?



(Me sorprendió)



-estira tus manos, voy a desinfectar la herida.



Estiré mis manos temblorosas; él colocó el recipiente metálico bajo mis manos y destapó el frasco de vidrio.



Un aroma familiar inundó la habitación, era el aroma embriagante del alcohol etílico; una vez lo reconocí, mis manos reflexivamente se movieron fuera del recipiente, pero peleé contra mi cobardía y las forcé a mantenerse sobre el mismo.



El líquido limpiando mis heridas me otorgaba la sensación de lava ardiente perforando mis muñecas



Aun así, cerré mis ojos mientras mordía la parte interior de mi labio para aguantar.



Después de eso, con un cuidado intrínseco pero sin ningún conocimiento de vendaje, Quiel se las arregló para envolver mis muñecas de una manera desprolija.



Miré a Quiel; una vez calificó su vendaje, trató de arreglarlo, pero cada vez lo iba dejando peor, hasta que finalmente desistió de la tarea.



-gracias.



-no hay problema-



Había un algo en esa escena que apenas se mantenía iluminada con la luz de las lámparas de aceite que era difícil de describir.



Y como si se rompiera el encantamiento, la luz del sol atravesó desde el oriente y por entre el tejado translucido.



El mundo tomó color, y en ese mundo colorido, Quiel estiró su mano hacia mí.



-ven conmigo, pronto estará la comida.


Parte 3



Quiel mantenía su mano estirada hacia mí; de manera amistosa, impulsé mi mano hacia la de él, las vendas habían hecho imposible el cerrar la mano de manera completa, así que la imagen era un tanto graciosa.



-estoy seguro que algo está fallando- dijo Quiel.



-sí, algo lo hace.



No nos movimos sino un momento después; Quiel se movió a la puerta mientras yo me retiraba las vendas, hice uso de mi conocimiento en primeros auxilios y las acomodé de un modo profesional.



Me levanté de la cama hacia donde indicaba Quiel y caminé con él.



-ven, te presentaré a la familia.



Mientras Quiel me empujaba con palabras; observé el lugar donde me encontraba.



Según el joven Yigo Esame, el joven de la carreta: la familia que posee el poder sobre toda la ciudad de Zedal, además de ser una de las grandes familias de Lotos, la familia Von Henrius, es una familia dedicada principalmente a la economía abierta, hasta el punto de ser conocidos por su neutralidad militar.



Mantener una ciudad económica apostillada en la frontera era algo poco visto entre territorios en guerra; tanto era el poder de la familia como para mantener un flujo de mercancías estable.



Incluso como enemigos, ambos países se mantenían en constante flujo monetario y de bienes con el otro.



Para países divididos y atravesados por montañas y con vías externas pobres, las ciudades fronterizas no tenían más opción que mantenerse juntas.



Zedal era el ejemplo perfecto de una ciudad fronteriza abierta y en guerra; era tan irónica como soldados curando soldados enemigos, esa era la clase de ciudad que era.



La familia Von Henrius era la que mantenía esta suerte de ciudad ironica; y esta familia tenía una casa ubicada en el pleno centro de la misma, era una casa de cinco pisos escalonados desde el exterior, hecha en madera y piedra, hacia el interior, un jardín rodeado por muros se podía vislumbrar; la caída de las escaleras de manera incidente al jardín era protegida por un tejado que sobresalía del mismo modo.



Y en el último piso, un tejado de cristal se levantaba sobre una suerte de unos cuantos muros.



Mientras bajábamos los tres pisos superiores, desde el piso que conformaba únicamente la habitación de Quiel mas un pasillo rodeándola, hasta el piso medio, el lugar donde se encontraba el comedor, pasamos lo que sería la habitación de los padres de Quiel, además del estudio de su padre.



De manera adyacente al pasillo, había un piano corto.



En el pasillo del tercer piso, de frente a las escaleras; estaba un comedor de doce plazas hecho en base de madera y con placa de vidrio cubierto por un mantel.



Las sillas idénticas y a juego con la mesa eran un tanto minimalistas, no, más bien genéricas; desprendían un cierto lujo, pero era precisamente por lo poco especiales que eran.



Seguí a Quiel que se sentó a la mesa y me mantuve de pie unos metros detrás.



La cola de Quiel sobresalía por el respaldo de la silla, que solo poseía la zona de espalda alta.



-siéntate.



-¿está bien?



Todo parecía un poco fuera de lo común; no es normal que se trate tan bien a un esclavo, aun como mascota.



-no habrá problema, resulta más molesto para todos si nos dividimos para comer.



-aun así…



-Siéntate.



No dejó que replicara; eso me retrajo de nuevo el hecho de que yo le pertenecía.



-entendido.



Me senté al lado izquierdo de él; como la mesa era una mesa larga de doce plazas, con Quiel sentado en una esquina, quedé de manera adyacente a él.



Empecé a juguetear con mis manos debajo del mantel tratando de calmar mis pensamientos, fue inútil.



-¡Quiel!, espero que ese niño no te haya causado ningún problema por ahora-



La voz que resonó detrás de Quiel, era la del hombre que lo había acompañado al coliseo; sus ojos azules contrastaban con el cabello y orejas caninas rojas; se peinaba hacia atrás y tenía un aura jovial; eso, sumado a su traje blanco le daban una sensación difícil de describir, algo así como un hermano mayor yakuza amable con los niños.



-¡oh!, no me he presentado adecuadamente; soy Daniel Von Henrius Tabul Igmel, soy el padre de Quiel.



Salté de mi silla rápidamente, me incliné como como una pajilla de refresco en caja y respondí fuerte y claro.



-¡mi nombre es Kimizu Ouki, cuide de mi por favor!



No, muy extraño; debí haber dicho algo como “estoy bajo sus órdenes”.



-¡oh!, veo que hemos conseguido alguien educado.



-¡gracias por sus amables palabras, mi señor, Daniel-sama!



Corregí mi anterior fallo.



-~parece que está pasando algo interesante aquí~



Una voz mezzosoprano invadió el ambiente; era tan dulce como el caramelo y tan ligera como la espuma; una voz digna de Lorelai.



-ven querida, preséntate.



Una mujer entró en una silla de ruedas hecha en madera; un vestido azul ligero cubría su cuerpo, su cabello rubio, orejas caninas del mismo color y ojos rojos… era algo cálido; esa era la sensación que emitía; como si un abrazo de un golden retriever te mandara a la tierra de algodón.



-~pero si yo fui la que lo desnudó para cambiarlo~



Esa hermosa voz acababa de decir algo peligroso.



-~mi nombre es Ekaterina Von Henrius Kirkien Blank, gusto en conocerte~



-¡el gusto es mío, Ekaterina-sama!



-~mi marido me contó que gritaste “Esclavícenme de una vez por todas”~



Una imagen fue inyectada en mi cerebro.



Encogiéndome de vergüenza, oculté mi rostro entre las rodillas mientras trataba de negar la realidad.



Las risas cándidas siendo lanzadas a mí alrededor me reconfortaron levemente.



Recuperé mi posición de pie con lágrimas en los ojos y me senté en la silla a la izquierda de Quiel.



Daniel y Ekaterina se sentaron en la esquina contraria.



Con mis manos firmes sobre mis rodillas y mirando el mantel, traté de reprimir la vergüenza que brotaba de lo más profundo de mi ser.



Dos personas más entraron; levantando mi rostro, observé las orejas, eran humanos.



Era un hombre entrado en sus treinta y tantos que vestía humildemente, a su lado, una mujer en traje de sirvienta; su edad debía frisar los veinte años.



Ambos tenían el cabello pálido y ojos grises.



-ellos son Carelia y Beto; nuestra sirvienta y nuestro jardinero, si necesitas ayuda, acude a ellos.



Ante la explicación de Daniel, el par de humanos se inclinaron levemente, el hombre se sentó en el centro de la zona larga, diagonal a mí, la mujer salió un momento antes de entrar con un carrito metálico.



Pasó por cada puesto ubicando la comida.



Quiel me miró y respondió.



-sí, son esclavos igual que tú; además, resultaron ser especialmente caros, una vez le pregunté, son hermanos según lo que me dijeron.



La mujer se sentó enfrente de su hermano.



Quiel empezó a comer, yo hice lo mismo.


Parte 4



Había olvidado el estándar del sabor de las comidas.



Había sido suficiente una sola cucharada para enviar al civilizado Kimizu Ouki de vacaciones y ser reemplazado por una bestia voraz.



De manera poco atractiva para la vista, engullí la serie de tres platos que estaban servidos delante de mí; un caldo ligero, una ensalada y una pieza de pescado empanizado desaparecieron en una vorágine de destrucción masiva.



Una escena que bien pudo ser tolerada por las personas en la mesa.



Levanté la mirada después de mi frenesí alimenticio solo para descubrir la mirada cálida de los otros cinco integrantes a la mesa.



Una sensación indescriptible me invadió junto con esas miradas; mi pecho se sentía a punto de estallar, era como ser bañado en amor líquido.



-~vaya~



-¡ese apetito es muestra de buena salud!



-no te preocupes.



-¿así comí yo el primer día aquí?



-supongo que era inevitable.



Ekaterina, Daniel, Quiel, Beto y Carelia lanzaron frases dispersas ante la escena.



Yo me había acomodado nuevamente con los brazos rectos sobre las rodillas mientras miraba mi brazo evitando la mirada de los demás.



Las circunstancias eran poco creíbles para mi cerebro.



-~vamos, Quiel, termina de comer, hoy empiezan tus clases~



-¡Cierto!



Ekaterina cambió el flujo de la conversación, Quiel contestó mientras se esforzaba para comer rápidamente sin atragantarse.



-¿clases?- pregunté.



-~clases de magia, como ya cumplió 13, es hora de que empiece sus estudios~



-¿clases de magia?



-~Ara, ¿te interesa?~



-¡Bufuu!, Estudia conmigo.



-¡es una gran idea!



Todos apoyaron la idea.



-~bueno, no es que sea especialmente difícil, pero ¿está bien para ti?~



Me levanté de la silla y me arrodillé dela manera que había visto en innumerables novelas y animes.



-¡estaré agradecido, Ekaterina-sama!



-es un hecho entonces.- Daniel concluyó.



Beto y carelia se levantaron para recoger los platos.



-ahh, por cierto.- interrumpió Daniel; Carelia giró hacia él- ¿puedes traer eso de ya sabes dónde?



Carelia se inclinó y salió de la habitación.



-¿traer que?- infirió Quiel.



-~Sorpresa~



-¿sorpresa?- Quiel barrió la habitación con la mirada como si buscara alguna pista; se fijó en mí.



-no lo creo- respondí.



Yo no sé nada, y sinceramente no sé qué “Accesorios” afines a un esclavo existan, ¿el no había dicho de darme latigazos?, es una idea que no quiero contemplar, en especial después de lo aturdido que estaba con mis heridas.



Carelia entró de nuevo.



-aquí está.



Cuando Daniel la recibió, nos llamó con la mano sin levantarse de la silla.



-bien, es esto.



Estiró su mano hacia nosotros; en ella había dos tablillas metálicas que poseían un aire Steampunk.





Quiel las tomó emocionado y me entregó una.



Era una tablilla de unos quince centímetros de alto; ocho de ancho y dos de grosor; además tenía una especie de lámina enrollada sobre sí misma y sujeta por dos rodillos internos; estaba cubierto el rodillo por una placa de vidrio.



Miré fijamente la tablilla, entonces, una información se empezó a detallar en la misma.



Las líneas aparecieron en la lámina interna y la lámina se podía mover con unos tornos para leer la información completa.



Decía así.




Nombre:

Kimizu Ouki

Nivel:

1


Clase:

Esclavo

Edad:

13 años


Sexo:

Masculino

Dominio:

Quiel (13)




Habilidad de batalla


Ataque:

60

Defensa:

20


Agilidad:

240

Evasión:

430


Velocidad:

50

Resistencia:

30


Habilidad mágica


Agua:

20

Tierra:

40


Luz:

50

Fuego:

10


Oscuridad:

80

Viento:

20


Habilidades


-Polivalente

-Comprensión del idioma




Mis habilidades se habían resumido con un “Polivalente”.



-¿habilidad mágica?



-~hace referencia a la afinidad mágica; por cierto, los valores no son un valor absoluto, sino un Ranking entre las 500 personas con tablilla más cercanas, así que tómenlo como un valor absoluto solo dentro de Zedal~



Así era como funcionaba.



Los valores no son absolutos; esto no era como un MMORPG, era más como una valoración médica.



-~Quiel, Kimizu; deberían cambiarse, la clase empezará dentro de media hora~- su voz era melodiosa- ~y yo será la profesora~



Era una gran imagen; pero…



-¡¡GUH!!-



Sudor empezó a recorrer el rostro de Quiel.



Ekaterina… ¿Qué tan monstruosa es?







[1] Matando con nombres :3


[2] Los rangos se dividen en: F, E, D, C, B, A, S, SS; siendo F el de menor denominación y SS el de mayor denominación.
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