NOX VOLUMEN 3 CAPITULO 11


HOLA, AYER NO PUDE PUBLICAR PERO HOY LES TRAIGO UN NUEVO CAPITULO.









Capítulo 11





Después de ese repentino evento, Jean continuó vagando por los laberintos con Sila a su lado por supuesto.



Sin poder moverse como quería debido a su empalagosa “novia” decidió cambiar su táctica, ella no dejaba de preguntarle sobre sus gustos, desde comida hasta su color favorito.



El joven cerró los ojos momentáneamente y a su alrededor aparecieron docenas de esferas de color rojo con un ojo central que abarcaba la mayor parte de su cuerpo.




-Dispérsense, vayan hacia los pisos cercanos y muéstrenme todo-.



-Esos fueron muchos familiares, eres  impresionante. ¿Cómo los obtuviste? ¿Acaso los creaste?-.



-No los cree, maté a un Argos y obtuve una corona dorada que me dio esta habilidad-.



-¡Un guardián dorado! Y lo dices como si no importara, en verdad tuve buen ojo contigo-.



Jean no dijo nada, a veces era mejor mantenerse callado.



El patrullaje pronto se convirtió en un paseo romántico para Sila y una marcha fúnebre para Jean.



-(¡Algún día quiero saber por qué me pasan estas cosas!)-.





Estuvieron de esta manera por cerca de una hora hasta que finalmente uno de sus familiares hizo un descubrimiento, un grupo de tres hombres. Uno de ellos tenía el tatuaje de una quimera en su cuello. Jean recordaba que uno de los criminales de la última vez, durante su pelea con las aves de Estínfalo, tenía el mismo tatuaje en uno de sus brazos.


Sin perder tiempo el joven se dirigió a ese lugar.



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-¡No deberíamos estar aquí! ¡ El jefe está siendo irrazonable!-.



- ¡¿Y qué esperabas?. ¡Él es el jefe!-.



-Ustedes dos manténganse callados, la vigilancia de los caballeros ha aumentado considerablemente y parece ser que también están bloqueando las habitaciones de los guardianes. Nuestra misión es descubrir nuevas rutas para poder mantener este negocio. De ninguna manera tenemos que enfrentarnos a los caballeros. Así que no se quejen-.




Los hombres dejaron de maldecir su trabajo. De repente uno de ellos se percató de algo raro, una creatura esférica de piel roja con un único ojo inmenso central, los estaba observando mientras flotaba arriba de ellos a tan solo unos metros de distancia.



-¿Qué rayos es eso? ¿Es una creatura de este lugar?-.



Los otros dos hombres voltearon a ver a la figura que su compañero señalaba.



-Nunca he visto una creatura como esa en estos lugares-.



-Si no nos ataca no le haremos nada, es mejor evitar peleas innecesarias-.



El pequeño argos rojo en ese momento sonrío mostrando una hilera de dientes largos y filosos, he inmediatamente se dio a la fuga.



-¡Detente! ¡Déjalo en paz! Si hay más como esa cosa podrías morir-.




El más viejo detuvo a su compañero, los monstruos en el laberinto por lo general andaban en grandes grupos.




-Continuemos, tenemos que reunirnos con el otro grupo-.




Los criminales prosiguieron con su ruta programada, aunque el trabajo era peligroso las recompensas valían la pena. Detrás de todo, por lo que su jefe les había dicho, había una persona asquerosamente adinerada que les pagaba sin demora por cada corona que le hacían llegar.



La operación criminal en sí era una gran estafa. Llenar de promesas de poder y gloria la mente de varios estudiantes, introducirlos en las ruinas y dejar que pelearan con los guardianes. Si los desafortunados estudiantes morían, ellos no perdían mucho. Si alguno de los escolares lograba vencer a un guardián y obtener una corona. El grupo criminal se las arrebataba y la entregaban a su contratante.



Aprovechaban el hecho que las puertas de las habitaciones de los guardianes de bronce y plata permanecían abiertas todo el tiempo, lo que les permitía observar la situación y robar el trofeo en el momento indicado.




Su contratante solo buscaba una cosa volverse fuerte sin esforzarse ni poner en peligro su propia vida. Era una persona detestable, cobarde y asquerosa incluso para los estándares de esos criminales, pero tenía dinero.



Los criminales harían lo que fuera por dinero.



Cuando llegaron al punto de encuentro, los tres hombres no pudieron hallar al otro grupo, y comenzaron a preocuparse.  


Unos minutos después apareció uno de sus compañeros pero estaba malherido, antes de caer y colapsar dijo unas cuantas palabras.




-Los caballeros de la ciudad… nos encontraron-..



-¡Y aun así te atreviste a venir aquí! ¡Hubieras dejado que te mataran! ¡Ahora nos has puesto en una difícil situación!-.




Uno de sus “compañeros” le pateó en el estómago hasta que él pobre moribundo perdió la vida.



-¡Salgamos de aquí inmediatamente!-.



Antes de que pudieran intentar escapar, una densa niebla los envolvió.



-Ustedes no escaparán. No gasten sus energías inútilmente-.



Una voz fría se escuchó.



-¡¿Quién eres tú?!-.



La respuesta de Jean fue simple. A través de la neblina los ojos de decenas de Argos podían ser vistos como si fueran fuegos fatuos. Una lluvia de esferas de fuego cayó sobre los malhechores, quienes solo alcanzaron a dar un miserable grito.




Instantes después la neblina se despejó, no tardó mucho tiempo en llegar al lugar un grupo de caballeros liderados por Leil Rewn.




-Buenas noches Señorita Leil Rewn y compañia-.



Jean los recibió educadamente.



-¿Nox? ¿Qué haces aquí?-.



Leil estaba ligeramente sorprendida de encontrarlo en ese lugar.



-Decidí hacer de este asunto algo personal, así que regresé a buscar a esos desgraciados que me fastidiaron la última vez-.



Sila aferrada al brazo de Jean veía con aprensión a la Líder de los caballeros y viceversa.



-Mucho gusto en conocerla Señorita Leil Rewn, líder de los caballeros de la Ciudad, mi nombre es Sila Voc. Soy la novia de Jean-.




La dama de la noche decidió presentarse sin que nadie se lo pidiera.



-Igualmente un placer conocerle Señorita Sila Voc-.



Leil respondió educadamente, y luego regresó su mirada desde la bella señorita hacia Jean.



El joven sintiéndose un  poco extraño cambió el tema de conversación.



-Leil Rewn atrapé a estos tres hombres, los dejé inconscientes para que no intentarán quitarse la vida, sería bueno que los llevemos a otro lugar para interrogarlos-.




-Sí estoy de acuerdo con eso, pero no es necesario que te involucres más con esto, ya te he causado muchos problemas, además es mi responsabilidad lidiar con esta clase de asuntos-.



Jean suspiró ante la actitud de la mujer.



-Ya es demasiado tarde para eso, aunque me pida que no me involucre lo haré-.




-Aunque nos hayas ayudado antes, si haces algo que perjudique nuestra misión te arrestaremos-.




-Me preguntó si tienen la habilidad para hacer eso-.



Sila dejó salir un comentario provocador. Ella tenía confidencia en lo que decía pues había visto la grabación de Jean peleando contra los ciclopes en la Ciudad Acorazada, el director se la había facilitado, sorprendida por lo que vio decidió espíar a Jean para determinar qué clase  de persona era.



-Tú…-



Leil Rewn al escuchar eso no pudo evitar mostrar una expresión de disgusto, pero ella sabía que realmente no era rival para ese joven estudiante, sus subordinados también estaban ligeramente enojados.



-Sila, por favor…-



Jean le suplicó a la señorita que no continuara.



-Lider Rewn, si esa es su disposición lo aceptaré. Pero tenga en cuenta que no deseo que una situación como la del Baile del Fuerte se vuelva a repetir. Por el momento me retiro no quisiera interrumpir su trabajo-.



El joven respondió omitiendo aldrede el nombre de la mujer, después se dió media vuelta y continúo su camino.



-Jean espera-.



La líder de los caballeros le detuvo, Jean solo volteó ligeramente su cabeza y la miró de reojo.



-Toma esto es tuyo, es de la batalla con las Aves de Estínfalo, creo que tú te lo mereces-.



El joven observó la corona dorada por unos instantes y luego respondió.



-Quédesela, yo realmente no estoy en necesidad de algo como eso, además peleamos como equipo-.



- ¿Ah? Creo que no entiendes el valor de este tesoro-.



-Lo comprendo muy bien, si quiero otra solo tengo que vencer a un guardián dorado-.



Leil quedó en absoluto silencio por un breve momento, para ella ese objeto era raro e invaluable, para Jean era algo común.



Los ojos de Sila Voc brillaban como estrellas, estaba fascinada con su novio.



-No puedo aceptar esto-.



La líder de los caballeros insistió en su negativa.      



-Por favor quédeselo, sin importar que habilidad obtenga de ella será de provecho para volverla más fuerte. Úsela para atrapar a estos criminales. Estoy seguro que la profesora Seyd también estaría de acuerdo-.



Sin esperar una réplica Jean se alejó del lugar.



Algunos caballeros se acercaron a hablar con Leil.



-Lider, creo que no sería mala idea dejar que él nos ayudara-.



-Yo opino lo mismo, Jefa-.



-Es mejor tenerlo cerca que dejarlo que se mueva por su cuenta-.



-Aunque técnicamente es un estudiante, sus habilidades son verdaderas-.



-Si él quiere participar debemos permitirlo, Tal vez podríamos reclutarlo cuando termine con sus estudios-.



-No digan más lo hecho, hecho está, solo tenemos que cumplir con nuestro deber y solucionar esta situación lo más rápido posible-.



Los hombres que intervinieron conocían a Jean,  la mayoría eran sobrevivientes de la batalla del fuerte, uno era el caballero subordinado que estuvo en el evento de las Aves de Estínfalo.



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Jean regresó a la Academia Shade, ahí se separó de Sila prometiendo encontrarse nuevamente más tarde. El joven ahora tenía un plan, sellar las puertas de los guardianes y buscar al grupo criminal que él había denominado como “Manticora” pues todos tenían un tatuaje de esa bestía Mitica, esto lo constató revisando los cuerpos de los cuatro hombres que encontró.



Si los cazaba uno por uno al final encontraría a la persona que estaba detrás de todo.



Antes de dormir añadió conjuros defensivos y ofensivos así como barreras mágicas a su dormitorio, no quería que otro incidente como el de Sila se repitiera.



Cuando por fin el sol apareció, el joven se levantó, se aseó y se dirigió hacia el centro de la Ciudad, ahí compró alimentos para él y su nueva mascota, así como otros materiales necesarios para sellar las puertas de los guardianes.



Después de atender al lobo y tomar un desayuno, salió hacia los laberintos. En esta ocasión afortunadamente no encontró a Sila.



Las cosas fueron bastante bien, durante toda la mañana pudo sellar en total 10 puertas, el nivel en el que se encontraba era el septimo. Todo lo hizo sin que los caballeros de la ciudad se dieran cuenta, usando sus Argos rojos para encontrar sus objetivos.




-Eso debería ser suficiente para darles un dolor de cabeza-.



Satisfecho Jean decidió dejar el lugar, sin embargo algo llamó su atención, o mejor dicho la atención de uno de sus miniargos, el cual no dejaba de mirar fijamente una pared de roca sólida.



Jean decidió revisar ese lugar y puso sus manos sobre la pared, pero como si no hubiera nada estas la atravesaron.




-¿Una habitación oculta?-.




El joven entró sin perder tiempo movido por la curiosidad. Lo que halló fue una bella y enorme habitación, con grandes columnas exquisitamente adornadas con patrones grabados de flores, animales y bestias míticas. En el suelo hasta donde la vista alcanzaba grandes montículos de monedas de plata llenaban el lugar, mas allá hasta el fondo y en el centro un suntuoso trono plateado se elevaba y sentado en él estaba una estatua metálica de un hombre, de un rey humano.



Jean detuvo sus pasos y volteó hacia atrás ligeramente sin perder de vista a la estatúa frente a él. El joven pudo observar que por donde había entrado, una gran puerta doble se estaba cerrando.




-Un guardián…esto debe ser Karma… recientemente le dije a Leil que si quería una corona dorada solo tenía que matar a otro guardián. ¿Me pregunto si la voluntad de estas ruinas me escuchó?-.




Clank, clank, crack.




El monólogo de Jean fue interrumpido, el rey metálico comenzó a levantarse de su trono, su altura era de más de tres metros. Lentamente dio un paso hacia adelante y cuando su inmenso pie toco el suelo de piedra este inmediatamente se convirtió en metal, la zona de efecto no parecía detenerse todo el suelo comenzó a tomar el color plateado.




-Esto se va a poner feo-.



 El joven al ver eso comenzó a preocuparse. Antes de que fuera alcanzado por ese poder, Jean pronunció un conjuro.



-La muerte siempre llega alada aquellos que la buscan, y yo soy un buscador de tal verdad-.




Unas alas compuestas de huesos con una delgada membrana como la de los escarabajos uniendo cada parte salió desde su espalda, y lo elevó en el aire. Lo cual fue una decisión acertada.




El extraño poder continuó engullendo todo, incluso las columnas, las paredes y el techo.





-(Si una persona se fuera a topar con este monstruo indudablemente necesitaría una habilidad de vuelo, de otra forma sería convertido en una estatúa de plata. Llamaré a esta criatura  Midas como el rey de la leyenda, solo que en esta ocasión no es oro sino plata)-.




El frío guardián no parecía afectado por que su enemigo haya logrado escapar de su primer ataque. El Midas de plata levantó sus brazos y enfrente de él una gran cantidad de monedas se elevaron desde el suelo y siguiendo sus instrucciones volaron hacia Jean a gran velocidad.




-Señor del rayo, confiere tu favor a este necesitado guerrero y bríndale un escudo que el mal no pueda penetrar ¡Égida!-.




En su brazo derecho apareció un escudo plateado con labrados de serpientes negras en su frente.



La lluvia de monedas cayó sobre él.  Jean se escondió detrás de su confiable defensa. El ruido de estas chocando con el escudo fue ensordecedor, poco a poco el silencio reino nuevamente.




Jean bajo ligeramente su escudo, y movió sus ojos escaneando el área y para su sorpresa, no pudo encontrar a su enemigo, un sudor frío recorrió su espalda, todos sus instintos gritaban peligro.




Tzz, tzz, tzzzzzzzzzzzz.




Un ruido de estática, como un anunció de tragedia llegó a sus oídos, movió su cabeza sin pensarlo hacia la dirección de ese sonido.



Arriba de él, en el techo como si fuera una araña el Midas de plata se encontraba mirándo al joven y en su boca una esfera de poder se había formado. Una lanza de Luz salió disparada hacia Jean. Él intentó esquivarlo pero no pudo hacerlo completamente, el haz de luz atravesó el escudo de Égida y alcanzó a herir el pecho y la pierna izquierda de Jean.




Jean haciendo algo de distancia revisó sus heridas, el calor de ese ataque había cauterizado las heridas, evitando que la sangre se derramara.




-(¡Que suerte tuve!, solo me rozó, si ese ataque hubiera sido de frente, sin duda hubiera atravesado algún órgano principal) “El más grande y valeroso guerrero, sacrificando un brazo ataste al gran mal hasta los tiempos del Ragnarok, por tu inmensa bravura te pido hagas lo mismo con la bestia delante de mí”-.




Jean contraatacó. Cadenas negras se envolvieron alrededor de su enemigo, haciéndolo no poder continuar sosteniéndose del techo.




El Midas de Plata comenzó a caer, mientras intentaba liberarse de sus cadenas.  El joven ya podía visualizar a la estatúa rompiéndose en múltiples pedazos al chocar contra el suelo, pero su enemigo era más rudo de lo que aparentaba. Las cadenas mágicas se transformaron en plata que fue absorbida prontamente por Midas, recuperando su postura cayó de pie en el suelo y volteó a ver desafiante a Jean.




Nuevamente levantó sus manos y manipuló las monedas de su alrededor. Jean en esta ocasión sabía que no podía perder de vista a su enemigo y cambió sus tácticas de defensa.




-“Escudo de lamentaciones”-.




Un domo de almas cuyos rostros mostraban estar agonizando rodearon a Jean.




Las monedas chocaron sin poder atravesar la férrea defensa, el Midas nuevamente comenzó a reunir en su boca la energía necesaria para crear la lanza de luz.




Jean también hizo sus preparaciones.



-“Ferus Ignis”-



Un fuego intenso envolvió al joven.


- “Amada noche, refugio del asesino y también de los amantes ilícitos, como un hijo de la oscuridad, yo mendigo tus bendiciones. Vísteme con tú enigmática túnica, ocúltame de la Luz”-.




La oscuridad engulló a Jean lentamente, después se solidificó en una bella armadura negra.




El Midas de Plata lanzó su ataque pero Jean ya preparado, lo esquivó. Jean se había dado cuenta que el control de su enemigo sobre las monedas desaparecía cuando este usaba la lanza de luz. Sin embargo no quería arriesgarse a que su hipótesis sea falsa y terminar lleno de agujeros, por eso se cubrió con una armadura de oscuridad. 



Deshaciendo su grotesco escudo contraatacó.




-“Señor del Sol y Soberano de todas las artes, te imploro tu ayuda para que la oscuridad no apague la Luz, para que la ignorancia de las bestias no alcance la sabiduría de los seres pensantes, bendice mis flechas para que no erren el corazón de mis enemigos”-.



La miríada de flechas atravesó sin piedad el cuerpo de su enemigo, que fue arrastrado por la fuerza de las flechas hasta el suelo, pero el también contraatacó, la hipótesis de Jean fue incorrecta, miles de monedas volaron hacia el joven y chocaron contra su armadura.




La armadura mostró abolladuras y depresiones en toda su extensión pero no fue atravesada, afortunadamente Jean pudo soportar el castigo.



-¡Eso dolió, desgraciado!-.




En el suelo el Rey Midas estaba tirado miserablemente lleno de huecos, un líquido de color azul se derramaba desde sus heridas. A pesar de su triste estado el enemigo aún no estaba derrotado.




Los montículos de monedas fluyeron hacia él y fundieron con su cuerpo, rápidamente sus heridas se repararon, pero no solo eso, su tamaño aumentaba con cada segundo.




Finalmente alcanzó una altura de mas de diez metros y lanzó un grito cargado de furia.




-Muy bien, prepárate, yo también iré en serio-.




El fuego de Jean cambió de color, primero rojizo, luego carmesí y finalmente azul. Sin demora disparó varias flechas hacia el rostro de su enemigo.




Este solo se cubrió con una mano, y después brinco hacia una columna y desde ahí se impulsó nuevamente intentando golpear a Jean, el joven lo esquivó con facilidad, pero al Midas de plata no le importó y continuó atacando sin cesar, después de todo solo necesitaba tocar una sola vez a su enemigo para ganar.




-¡Ni creas que dejaré que me toques monstruo!-.




Jean Y Midas intercambiaron ataques sin  cesar, pero cada vez que el joven lograba hacer daño considerable, su enemigo solo absorbía más monedas.




El Midas de vez en cuando probaba suerte usando las monedas como proyectiles pero antes de llegar a Jean se derretían.




-¡Me he divertido mucho pero ya es hora de terminar con esto!-.




-¿Tú quieres ser Rey? ¿Piensas que todo es placer y gloría? ¿Crees poder hacer un mejor papel que yo? Esta bien, solo por hoy te daré mi trono, solo por hoy haz lo que quieras ¡Pero pobre infeliz, no te sorprendas si al final la espada que pende sobre el codiciado trono por fin decide caer! ¡Espadas de Damocles!-




Una multitud de espadas doradas se formaron de la nada y atravesaron al Midas de plata, que debido a su tamaño no pudo esquivar ninguna, el guardián nuevamente cayó al suelo.




Sin dar tiempo a que el enemigo se recuperara Jean lanzó el ataque final.




- Miseria, Muerte y Putrefacción se extienden no importa donde los vivos vayan-.




Un miasma verdoso y marron se extendió desde el cuerpo de Jean y  rodeó al Rey de plata después se extendió hasta el resto de la habitación.





-¡Gruaaa! ¡Gyaaaaaa!-.




Los lamentos del guardián llenaron el lugar, el miasma cesó y los resultados del combate se hicieron evidentes, en el suelo la estatua de Midas extendiendo sus brazos hacia el cielo se encontraba inmóvil, pero ahora ya no tenía el hermoso brillo plateado, no solo él sino todo el lugar se había tornado de un aspecto desagradable del color del plomo.




-Adiós pequeño Rey-.




Jean soltó una flecha de fuego que atravesó el cráneo de su enemigo haciéndolo explotar, inmediatamente todo su cuerpo colapsó convirtiéndose en polvo y en medio del aire una pequeña corona de color plateado que emitía una tenue luz apareció.




El joven se acercó a recogerla y después de examinarla, soltó un grito de frustración.



-¡Esto tiene que ser una maldita broma ¡ ¡ ¿Solo era un guardián de segundo nivel? ¡Las aves de estímalo fueron más fáciles! ¡El premio no corresponde con los riesgos! ¡Esto es injusto!-.

Tragandose el coraje que sentía, Jean colocó la corona sobre su cabeza soportando el terrible calor, una luz envolvió por unos instantes todo su cuerpo, cuando se desvaneció, la corona que había perdido su brillo se volvió polvo.



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Acerca de David-A Gato

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1 comentarios:

  1. muchas gracias por los capítulos me encanta esta novela!!!! pero no puedo encontrar el capitulo 12 del volumen 3 no aparece en el menú ???

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